“Quiero que seas mi voz”

Así de “facilito” me planteó Soraya el reto de dejar a su hija Alejandra este regalo. El regalo de poder ver reflejada en palabras la esencia de su madre. De contarle cómo cambió su vida para poder ser su maestra. Para encontrarse y conocerse. Para dejar de transitar el ruido y pasar a caminar bajo los árboles. Para amarse y, así, amar a los demás.

Para que todo sea fácil.

Así que, desde mi corazón, aquí van estas palabras para Alejandra.

Para que conozca bien a su madre. A esa madre que es su maestra y su amiga. Que es faro para ella y para todas las personas a las que alumbra, a las que con su luz, ayuda a caminar bajo los árboles, pero acompañadas y acompañados, juntos, creando una comunidad de personas que desean sumergirse en el silencio para vivir desde el corazón.

Las palabras que ahora vais a leer corresponden a la charla que ofreció Soraya Soler el 14 de mayo de 2019. Algunas personas tuvimos el honor de acompañarla, de escucharle y, como siempre, de inspirar nuestras vidas gracias a ella.
N

Dedicado a los y las que fuisteis, para que lo recordéis.

N

A los que no pudisteis asistir, para que lo descubráis.

N

A Gemma, Alicia, Laura, Jose y Gabriel, para que lo saboreéis.

N

A Soraya, Rubén y Alejandra, para lo SINTÁIS.

Soraya Soler

“La respuesta a todo está en el silencio”

“Soraya tiene magia”

Con esta gran verdad presentaba Alicia Ors, socia de Soraya en La Sala de Estar, la esperada charla de Soraya.

¿Cómo puede atraer a tantas personas buenas?, se preguntaba Alicia. Y allí mismo, dio con la respuesta: “porque es humilde y eso la hace grande”.

Alicia Ors conoce bien a Soraya. Es su amiga, su socia y su compañera. Fueron madres a la vez y crearon un proyecto a la vez, juntas, de la mano.

Y por eso, nadie mejor que ella sabe cómo cuida Soraya sus creaciones, cómo ha llegado a lo que Soraya es hoy en día, siendo fiel a sus principios, y trabajo.

Pero ¿cómo empezó todo?

Poema de Laura Millán

Estoy convencida de que coincidimos con las personas en nuestro camino por algún motivo. De hecho, me atrevería a afirmar que la gran mayoría de personas que estamos aquí nos encontramos con Soraya en un momento especial.

Especial para nuestro camino y crecimiento. Ese momento lo definiría como FUERZAS que se atraen, como magia, quizá.

Desde que te conozco, tu #háztelofacil me lo has transmitido con cada uno de tus actos, con tu “estar”.

¿Sabes lo que veo cuando te miro?

Tus ojos me hablan de la vida,

De muchas ganas, de amor a raudales y de amistad, de sororidad.

Tus palabras son impulso, son apoyo,

Son comprensión y sabiduría,

Son TODO y NADA,

Son ARTE.

Y crean puentes, pilares e incluso a veces, muros de carga.

Tus abrazos me hablan de árboles,

De brisa del mar

Y de rayos de sol en la cara.

Tus pies son raíces gruesas,

De esas que saben nutrirse,

Y que comparten su alimento con todas sus ramas.

Y esas ramas

A las que cuidas y alimentas,

Con las que compartes y creas, crecemos a tu lado y disfrutamos mientras tanto…

Así que gracias por SER y ESTAR

Por enseñarnos con acciones y no solo con palabras,

Por compartir tu luz

Y por sembrar semillas en cada una de nosotras,

Que nos ayudan a crecer mejor.

GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS.

¿Cómo empezó todo?

Todo empezó con un fracaso.

Fracasé profesionalmente porque no quería continuar por donde se me había marcado. Pero aprendí que el fracaso es parte del aprendizaje y decidí alejarme de la queja y hacer lo que sentía que tenía que hacer, lo que yo quisiera.

No fue fácil porque me salí del camino más transitado, la ciudad, el ruido. Y elegí el camino menos transitado, el bosque. El camino de árboles es el silencio, permitirme, pero también riesgo. De noche no hay luz, no hay señales y aparecen los miedos.

El primero miedo que aparece es encontrarte a ti mismo y preguntarte: ¿Quién soy yo?

Y ahí te desmontas.

Pero la buena noticia es que transitando la tristeza y la soledad, te encuentras. La primera noche se pasa mal, pero poco a poco aparecen personas que si desaparecen, lo permites. No hay apegos. En la soledad vi que mi esencia es el silencio. Entendí que el silencio no es vulnerabilidad sino focalizarme en mí.

Y me hice amiga de mí misma.

Y ya te das cuenta de que puedes volver a los edificios, al ruido. Y entonces, volver te hace aprender y valorar más el silencio.

Y en ese silencio logré conectar con mi esencia. Y fue entonces cuando llegó el yoga y respondió a esta pregunta: ¿Para qué he venido yo aquí?

Y ya digo que no siempre fue fácil. A veces me sentía culpable porque se suponía que lo tenía todo y lo abandoné. Pero os voy a explicar por qué lo hice.

“Yo trabajaba en el departamento de finanzas de una multinacional”

Estaba muy bien valorada y tenía una vida que socialmente puede considerarse “exitosa”, es decir, un buen empleo, un buen sueldo, una pareja, familia, amigos…

En el mes de enero, cuando tiene lugar el cierre fiscal en las empresas, había mucho trabajo y no soporté la presión… porque yo no me soportaba a mí misma.

Y una mañana me levanté y no sabía quién era. Me miré al espero y no me reconocí. Intenté leer y no entendía las letras. No sabía qué estaba pasando y empecé a asustarme. Entonces, escuché ruidos en mi casa. No recordaba si vivía con alguien y me aterroricé. Pero recordé que vivía con mi pareja, Rubén. Y le llamé con un gran grito. O eso creí yo porque cuando Rubén me encontró, me dijo que había escuchado un leve suspiro. Yo estaba llorando cuando él me encontró y no podía mover el cuerpo. Rápidamente, me llevó a Urgencias y a pesar de mi estado, en el coche, yo iba diciendo que tenía que ir a trabajar.

En Urgencias, dijeron que yo era un código naranja. Yo no sabía lo que era, pero escuché que podía ser un ictus. Me hicieron pruebas y finalmente no era nada físico, era un problema emocional.

En el hospital me recetaron medicación para relajarme, pero Rubén decidió que me iba a calmar él. Nunca lo olvidaré y siempre le estaré agradecida por ello.

Aun así, después de este episodio que ocurrió un viernes, el lunes fui a trabajar. A los quince días, el cuerpo me paró. Tuve una lumbalgia y tuve que estar dos meses de baja. Ahí fue cuando ya lo entendí y decidí que mi vida debía cambiar. Me planteé si debía continuar y aceptar o redirigir mis pasos.

Opté por la segunda opción. Fue un acto de autoprotección. No quería volver a pasar por lo mismo y comencé el duelo por dejar un trabajo de 14 años. Y me pregunté, ¿ahora qué hago?

Me empecé a formar como profesora de yoga.

Y seguí trabajando de manera paralela durante un año. Y me di también ese tiempo para sentir si era lo que quería hacer. Y así, finalmente, dejé mi trabajo como financiera. Cuando mis compañeros me preguntaron por qué dejaba el trabajo, les contesté que me iba a descansar. Y esto es algo que intento todos los días.

Es aquí cuando comenzó la aventura.

Empecé de cero como profesora de yoga.

Quería ser un alma libre.

Y poco a poco surgió la magia.

Al principio, me buscaba la vida como profesora particular de yoga, yendo a las casas de las personas. Era mucho trabajo, salía de las clases cansada, pero me sentía plena, feliz. El yoga era la magia. Pero también las personas. Porque la magia es conocer el ser de cada persona a través del yoga.

Descubrí que escuchar el cuerpo es mi función. Y así conoces a las personas desde las entrañas. Y así, las personas me fueron abriendo las puertas de sus casas y de las empresas.

Ahora veo que no es casual que las empresas me llamasen para dar clases de yoga. La empresa tiene que estar en mi vida, yo soy un ser de empresa, aunque esto es algo que me costó aceptar.

Con tanto trabajo, volvió el miedo y tuve que aprender a soltar. Aprendí que antes de coger, siempre hay que soltar. Y fue entonces cuando apareció Alicia Ors en mi vida y me dijo que buscaba un local para estar. Esto fue en junio de 2016, yo estaba embarazada. El cuerpo crea: vida y movimiento.

Y de nuevo, otro gran aprendizaje. Cuando las cosas son para ti, no hay lucha, todo es fácil. De ahí, mi frase #háztelofacil.

Y empezó la gran aventura de La Sala de Estar

En septiembre nacían mi hija Alejandra y La Sala de Estar.

Empecé a dar clases al mes y medio de nacer mi hija porque lo necesitaba. Yo no he nacido para ser madre sino maestra de mi hija. Ella me permitió dejarla y empecé a hacerlo todo: dar clases, montar una empresa… Contraté una persona que diese las clases de yoga y en enero de 2017 me instalé en la facilidad.

Con una hija no proyectada, como un acto de amor hacia mi pareja que deseaba ser padre, entendí lo que era la generosidad. Mi hija no es mía, es un ser independiente y tiene la función de hacerme aceptar que no necesito apegos. Si ahora mi proyecto se acaba, no pasa nada. Si mi pareja me deja, no pasa nada. Porque tengo los árboles y me tengo a mí. Porque en el silencio están todas las respuestas. Y desde ahí todo es fácil.

La Sala de Estar va creciendo como crece Alejandra, por curiosidad. La Sala de Estar es un proyecto abierto en el que este año me he propuesto disfrutar. Porque es muy importante disfrutar de todo lo que hacemos en la vida y a ello se llega desde la coherencia. Cuando estás en coherencia, todo es bonito, sencillo, acogedor.

Hoy tenemos 60 alumnos en la Sala y somos siete trabajadoras. Acompañamos a 50 personas, 23 proyectos y seis empresas.

Y todo es fácil.

Y si algo se complica, lo respiro y pienso: “puede que no sea para mí”.

Y si me preguntáis qué es lo que funciona a la hora de emprender un proyecto, esto es lo que os digo:

N

Funciona

La ilusión

El cariño

La claridad

La flexibilidad

La confianza

El valor

El trabajo

El esfuerzo

La constancia

El valor

N

¿Y qué es lo que no funciona?

Luchar

Sufrir

Tener miedo

Los ultimatum

El descontrol

La desconexión

N

¿Y qué hace falta para emprender?

Tener un sueño

Saber si las personas tienen necesidad de tu sueño

Un buen asesor

Ser feliz

Porque un proyecto no nos puede quitar el sueño, nos tiene que dejar descansar.

Y aquí acaba este regalo para Alejandra, para que, como su madre desea, siempre sepa que “la vida es más que lo que vemos, es lo que SENTIMOS”.

Jose Falcó

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