13 cuentos para Alejandra

“13 cuentos para Alejandra” es una recopilación de textos escritos para compartir con los más pequeños de la casa momentos de relajación y quietud con la intención de reflexionar sobre los aspectos de la vida cotidiana a los que realmente merece la pena prestar atención. Además, como todo cuento, el simple hecho de sentarse en un lugar tranquilo, leerlo en voz alta y permanecer juntos provoca un vínculo de unión entre padres/madres e hij@s.

Y no sólo para los más pequeños, también puede servir a cualquier persona para relajarse, abstraerse de la actividad diaria y encontrarse consigo mismo, ya sea leyéndolo directamente o escuchando los audios en un lugar que nos proporcione sensación de bienestar.

LA ESTRELLA DE SAN JUAN

Hoy es una noche especial, mi amor, por ello, hoy dejamos la ventana abierta, dejamos que entre la brisa, subimos la persiana y nos tumbamos juntitas en tu cama, observando las estrellas. Me acerco a tu cabecita y te susurro, con tu permiso, una historia preciosa…

cuentos

“Érase una vez un niño vivaz y salvaje que se tumbaba todas las noches a contemplar las estrellas. Lo hacía sobre una enorme piedra situada junto a un río. Una noche como tantas otras, estando junto al río mirando ese inmenso cielo, una estrella se iluminó más que el resto y comenzó acercarse a él tomando forma, una forma un tanto indefinida en un principio, pero que acabó convirtiéndose en una bruja, una brujita amorosa, sensible y muy, muy curiosa.

La brujita se fue acercando al niño y éste, asustando, se levantó rápidamente de la piedra y fue a esconderse tras un árbol del bosque…

– Hola… ¿Quién eres? Preguntó el niño asomando su cabeza tras el árbol.

– Soy la estrella de San Juan y vengo a verte y a conocerte. Le contestó la brujita a la vez que sonreía y se posaba sobre la piedra.

El niño, más confiado, comenzó a asomare tras el árbol a la vez que le preguntó a la brujita:

– ¿Pero por qué a mí?

– Porque tú vienes a verme todas las noches desde hace mucho tiempo. Haga frío o calor, esté nublado o despejado, tú estás aquí, sobre esta piedra mirándonos a todas nosotras. Es lo menos que podía hacer yo…

– ¡Muchas gracias! Dijo el niño mientras se acercaba a la brujita. Y, ¿por qué hoy? preguntó.

– Buena pregunta, le respondió la brujita amorosa. Porque hoy es la noche en la que los sueños se cumplen si lo deseas de corazón….

– ¡¡¡Sí, sí, yo los deseo de corazón!!! Gritó el niño saltando antes de que la brujita acabara de hablar.

– Lo único, continuó la brujita, es que los sueños se conceden esta noche pero se deben de desear toooooodas las noches de nuestra vida y debemos creer en su poder: el poder de los sueños…

– ¡¡¡Yo creo!!! Interrumpió el niño emocionado a la brujita. Todas las noches miro el cielo. Mi familia y amigos me dicen que pierdo el tiempo en esta roca, pero ellos no saben que cada noche hablo con las estrellas, bueno, con vosotras… sonrió. A Vega le pido salud para mis padres y hermanos, a Deneb risas y alegrías y a Altair algo muy, muy importante, SEGUIR SOÑANDO CADA DÍA.

La brujita miraba al niño asombrada de poder. Ella sentía que aún existían soñadores observándola y se emocionaba. Sin dudarlo ni un minuto más, sacó su varita que desprendía una intensa y brillante luz azul y la posó sobre la cabeza del pequeño.

– Todos tus sueños se harán, se hacen y son REALIDAD, dijo la brujita cerrando los ojos y mirando al cielo de San Juan… Pero recuerda, pase lo que pase, estés donde estés, tengas los años que tengas, NUNCA DEJES DE MIRAR LAS ESTRELLAS, NUNCA DEJES DE CREER EN ELLAS, NUNCA DEJES DE SOÑAR…

El niño asintió con su cabeza, cerró los ojos y la brujita regresó al cielo en forma de estrella… “

Respira, alejo mis labios de tus oídos para que puedas descansar. Te deseo una noche repleta de estrellas… Buenas noches.

LAS LOBAS QUE AÚLLAN

Ahora, en este instante en el que el tiempo se detiene y el silencio alcanza todos nuestros sentidos, ahora, en este momento, deja que te hable de las LOBAS, no de cualquier loba sino de aquellas que un día decidieron aullar mirando a la luna.

Mientras te acurrucas en mi regazo te voy explicando cómo trece lobas vivían en un bosque. Cada una pertenecía a una manada diferente y ocupaba una zona del bosque distinta, ya sabes, los lobos se adaptan fácilmente a su entorno y se integran en él con rapidez. Pero, como ocurre en la vida, hay seres que necesitan sus espacios y esto es lo que le ocurría a 13 lobas distintas… Ellas, todos los miércoles de luna llena, esperaban a que se recogiesen el resto de lobos y se adentraban en el bosque, caminaban sin prisa, escuchando a los búhos, el viento y las hojas. Sabían dónde iban y que no había prisa por llegar, el resto las esperaría.

Cada loba aparecía por un camino distinto, con una historia diferente y una mordedura más. Se colocaban alrededor de un pequeño fuego, daba igual que fuera verano o invierno, se sentaban entorno a él como si éste fuera su símbolo, su unión, había cierto ritual y respeto.

Cuando todas estaban sentadas se miraban profundamente a los ojos, incluso parecía que el aire se detuviera para no molestar… Tras esas miradas había una inmensa admiración por cada loba, por cada respiración y por cada latido.

Así, de forma sencilla, se iniciaba el ritual de los miércoles de luna llena, se iban acomodando. Algunas se acercaban al fuego más que otras, no había juicios, incluso, como tú haces conmigo, las lobas jóvenes buscaban el regazo o el cobijo de las lobas con espíritus más viejos… Era bello verlas.

Mirándolas pensaba que la naturaleza es tan sabia como dice y que todo es sencillo cuando la dejamos actuar, es como equilibrar una balanza sin ningún tipo de peso en sus extremos.

Ellas, se mantenían en silencio, sin búsquedas absurdas, no ocupan huecos, tan sólo estaban presentes en ese círculo vital.

Cuando la luna más brillaba en lo alto del cielo, el viento, como si de magia se tratase, golpeaba con fuerza y movía las ramas de los frondosos árboles. Era entonces cuando la loba más anciana se posicionaba y el resto la seguían. Todas miraban y admiraban a la luna, una luna llena rodeada de estrellas y en el mismo orden de antigüedad comenzaban a aullar. Inhalaban y al exhalar sus hocicos señalaban al astro y rugía la tierra. Era tan estremecedor escucharlas como necesario.

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No tengas miedo pequeña, ellas aullaban y aullaban en busca de la autenticidad, el placer, la libertad. Ellas aullaban, pequeña, para empoderarse. Ellas aullaban para revivir. Ellas aullaban, cariño, para soltar…

Cada vez que cierro los ojos y recuerdo el aullido de las lobas, sólo puedo sonreír y permitirme sentir AMOR y ALIENTO.

Ese aullido las unía, ese aullido enseñaba a las jóvenes, ese aullido era su grito de PAZ.

Mi pequeña, te cuento esto porque tu madre es una loba, tu madre formaba parte de este grupo y aullaba como ellas. Cariño, te cuento esto porque en una de mis aullidos pedí que tú tuvieras tu grupo, tus lobas, para poder conectarte con la luna y con las estrellas.

Ahora duerme, deja de tus ojitos se cierren y que cada músculo de tu cuerpo se relaje. Deja que lleguen los sueños y que las lobas ancianas te acompañen en tu búsqueda.

Estos cuentos forman parte del libro «13 cuentos para Alejandra», donde también podrás encontrar un CD con ellos narrados

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